Hasta el año 1985 alrededor de 30.000 personas siguieron un tratamiento con hormonas de crecimiento que provenían de las glándulas pituitarias de donantes fallecidos. Los principales pacientes que recibían este tratamiento eran niños con problemas de desarrollo.
Actualmente no se utiliza este método puesto que se descubrió que algunos niños desarrollaron la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (CJD), una enfermedad neurodegenerativa letal, al contaminarse con priones de las hormonas de crecimiento de los cadáveres. Y así es como se demostró por primera vez que una enfermedad neurodegenerativa se podía transmitir entre las personas.
Desde entonces se ha especulado la posibilidad de que esto pueda ocurrir con otras enfermedades como el alzheimer. A raíz de ello se realizaron diversos estudios y se encontraron evidencias de un hallazgo muy inusual. Se realizaron autopsias a ocho pacientes, de entre 36 y 51 años, que fallecieron por CJD tras ser tratados con la hormona mencionada anteriormente. A parte de encontrar los priones de la CJD, encontraron una alteración beta-amiloide y una angiopatía amiloide cerebral: dos de los principales indicadores de la enfermedad de Alzheimer. Es tan inusual por la razón de que dichas alteraciones únicamente se da en ancianos.
Intentaron buscar posibles causas y relacionar la presencia de CJD con la deposición de beta-amiloides, pero no se ha encontrado ninguna, por lo que la explicación más razonable es que al igual que se contaminaron con los priones causantes del CJD, también se contagiaron las “semillas” de beta-amiloides. No se sabe con seguridad si habrían padecido alzheimer, pues murieron debido al CJD antes de que diese tiempo para que la enfermedad se desarrollara.
Ahora el dilema está en descartar que la enfermedad no se esté inoculando en otros tratamientos médicos. Cuando se opera a alguien con CJD, el instrumental se pone en cuarentena y se destruye, por la dificultad para descontaminarlo. Pero estas drásticas medidas no se toman cuando se trata a un paciente con Alzheimer.
Actualmente se busca a los 30.000 pacientes que fueron tratados de niños con dichas hormonas, calculando que en España hay unos 500 casos, para poder corroborar dichos resultados.