Aquellas personas golosas tienen hoy una buena noticia. Aunque sea con moderación, acérquense a la despensa y dense el capricho de tomar una onza de chocolate, un bombón o una galleta bañada en cacao mientras leen esta noticia.
El consumo controlado de cacao no sólo es una alegría para su paladar, sino posiblemente también para su cabeza.
Esta es la conclusión a la que han llegado varios investigadores suecos tras realizar un seguimiento durante 10 años a 37.103 varones de 49 a 75 años que se mostraban, en una serie de cuestionarios, más o menos ‘chocolateros’.
El chocolate no es sólo un placer para las papilas gustativas, sino también parece tener beneficios para la salud del corazón y ahora, según publican en la revista ‘Neurology’, también para reducir los accidentes cerebrovasculares.
Aquellas personas golosas tienen hoy una buena noticia. Aunque sea con moderación, acérquense a la despensa y dense el capricho de tomar una onza de chocolate, un bombón o una galleta bañada en cacao mientras leen esta noticia.
El consumo controlado de cacao no sólo es una alegría para su paladar, sino posiblemente también para su cabeza.
Esta es la conclusión a la que han llegado varios investigadores suecos tras realizar un seguimiento durante 10 años a 37.103 varones de 49 a 75 años que se mostraban, en una serie de cuestionarios, más o menos ‘chocolateros’.
El chocolate no es sólo un placer para las papilas gustativas, sino también parece tener beneficios para la salud del corazón y ahora, según publican en la revista ‘Neurology’, también para reducir los accidentes cerebrovasculares.
Durante una investigación, 1.995 hombres de los que formaban parte de un estudio sufrieron un primer ictus en los 10 años de seguimiento. Para descubrir qué diferenciaba a estos caballeros de los que no habían padecido este problema, el equipo capitaneado por la doctora Larsson encontró que había una importante diferencia entre ellos. «Descubrimos que tenían una ingesta de chocolate muy diferente. Entre aquellos que más lo consumían (63 gramos por semana, una media tableta de chocolate más o menos) tenían un 17% menos de probabilidades de sufrir un ictus respecto a aquellos que menos lo consumían», indica la doctora Larsson, que afirma, resumiendo: «La mayor ingesta de chocolate es inversamente proporcional a las posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular».
Pero para extrapolar estos resultados a una población mayor con problemas cerebrovasculares, los investigadores realizaron un metaanálisis de cinco estudios que englobaban 4.260 casos de ictus de ambos sexos. «Y aquí los resultados respaldaron los del primer estudio, dando resultados parecidos tanto en hombres como en mujeres», indica. «El riesgo de accidentes cerebrovasculares para los individuos que más consumían chocolate fue un 19% menor en comparación al de que no lo tomaban. Por cada aumento de 50 gramos por semana, el riesgo de ictus disminuye un 14%», indica. Pero el estudio también añade algunas otras características de los participantes evaluados. Así, entre el grupo de los mayores consumidores se encontraban aquellas personas más jóvenes que tomaban de forma general una dieta variada (salvo por la falta de pescado). Para el catedrático Andreu Palou, director del laboratorio de Biología Molecular, Nutrición y Biotecnología de la Universidad de las Islas Baleares, estos datos también son importantes. «El problema de este tipo de estudios epidemiológicos es que no son concluyentes. Estudian una variable, pero no se puede deducir de ellos que es segurísimo que el chocolate ayuda a evitar los ictus u otros problemas. Hay que saber qué porcentaje de importancia tiene que la gente del estudio que consumía chocolate tuviera además un estilo de vida sana».
Durante una investigación, 1.995 hombres de los que formaban parte de un estudio sufrieron un primer ictus en los 10 años de seguimiento. Para descubrir qué diferenciaba a estos caballeros de los que no habían padecido este problema, el equipo capitaneado por la doctora Larsson encontró que había una importante diferencia entre ellos. «Descubrimos que tenían una ingesta de chocolate muy diferente. Entre aquellos que más lo consumían (63 gramos por semana, una media tableta de chocolate más o menos) tenían un 17% menos de probabilidades de sufrir un ictus respecto a aquellos que menos lo consumían», indica la doctora Larsson, que afirma, resumiendo: «La mayor ingesta de chocolate es inversamente proporcional a las posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular».
Pero para extrapolar estos resultados a una población mayor con problemas cerebrovasculares, los investigadores realizaron un metaanálisis de cinco estudios que englobaban 4.260 casos de ictus de ambos sexos. «Y aquí los resultados respaldaron los del primer estudio, dando resultados parecidos tanto en hombres como en mujeres», indica. «El riesgo de accidentes cerebrovasculares para los individuos que más consumían chocolate fue un 19% menor en comparación al de que no lo tomaban. Por cada aumento de 50 gramos por semana, el riesgo de ictus disminuye un 14%», indica. Pero el estudio también añade algunas otras características de los participantes evaluados. Así, entre el grupo de los mayores consumidores se encontraban aquellas personas más jóvenes que tomaban de forma general una dieta variada (salvo por la falta de pescado). Para el catedrático Andreu Palou, director del laboratorio de Biología Molecular, Nutrición y Biotecnología de la Universidad de las Islas Baleares, estos datos también son importantes. «El problema de este tipo de estudios epidemiológicos es que no son concluyentes. Estudian una variable, pero no se puede deducir de ellos que es segurísimo que el chocolate ayuda a evitar los ictus u otros problemas. Hay que saber qué porcentaje de importancia tiene que la gente del estudio que consumía chocolate tuviera además un estilo de vida sana».