Acerca de la predisposición genética hay que olvidar el concepto de que estamos, sin ningún remedio, expuestos a los fatales efectos de nuestras predisposiciones genéticas.
Así por ejemplo de 100 mujeres con cáncer de pecho sólo 7 serán portadoras del gen que predispone aparecer este tipo de cáncer.
Pero es más de 100 mujeres que presentan el gen que predispone a cáncer de pecho, no todas acabarán padeciendo cáncer de pecho en su vida. Un estudio canadiense demostró mediante el estudio de las autopsias de la masa cerebral de personas que habían cometido suicidio, que las personas que habían sufrido abusos a edad joven presentaban cambios en su masa cerebral producidos por efectos epigenético.
Un estudio de Nueva Zelanda encontró un gen que hacía que las personas que eran portadoras fueran propensas a cometer crímenes y comportamientos agresivos. Pero estas personas aunque portadoras del gen sólo manifestaban este comportamiento si habían sido abusadas de pequeños. Aquellos portadores que no habían sido abusados de pequeños presentaban una agresividad incluso menor que la población normal eran portadoras del gen que les predisponía a conductas agresivas.
Es importante reseñar en este contexto que los factores epigenético ya empiezan a actuar cuando nos encontramos en el útero de nuestra madre.
Así por ejemplo aquellas personas que sufrieron hambre en Holanda en el año 1944, fueron examinadas en un estudio y se encontró que presentaban unas tasas significativamente más altas de síndrome metabólico, hipertensión y problemas similares. Esto se debe a que el feto en el segundo y tercer trimestre del embarazo, cuando es expuesto a un entorno falto de nutrientes en este caso porque las madres sufrieron hambre en 1944 (debido a que los nazis decidieron llevar toda la comida Holandesa a Alemania) el feto aprende a sobrevivir en un entorno de estas características con lo que la manera de almacenar glucosa y todo el metabolismo de la persona en edad adulta llevando a una mayor propensión a que aparezcan estas enfermedades.