Aunque el dolor no deja de ser una sensación desagradable tenemos que comprender su función. Nos avisa, es una alarma de que algo en nuestro cuerpo no está yendo por buen camino. Es la señal que nos avisa de que nuestro cuerpo va a sufrir o está sufriendo daño.
Cuando aparece dolor lo tenemos que tomar en serio y actuar para que desaparezca.
Hablando del dolor de cabeza, si nuestra actuación consiste en un remedio rápido como un medicamento muchas veces no tendrá graves consecuencias a corto plazo, pero podrá tenerlas a largo. Aú n así muchos pacientes aquejados de cafelea crónica se arrepienten retrospectivamente de haber abusado del uso de analgésicos. Cuando hablamos de dolor en el sistema musculoesquelético suprimir el dolor con analgésicos tendrá graves consecuencias.
Las personas que padecen dolor crónico presentarán cambios a nivel del sistema nervioso vegetativo o también llamado autónomo. Es llamado así porque se escapa a nuestra voluntad, no podemos controlarlo. El sistema nervioso vegetativo se encarga de glándulas, órganos internos, músculos y corazón. Es por lo tanto responsable de la circulación sanguínea, la actividad cardiaca, el metabolismo, la tensión arterial, la temperatura corporal y la secreción de los jugos gastrointestinales. De esta manera tiene un efecto directo sobre la absorción de los nutrientes desde el intestino. Así se llega a la situación que aunque el aporte de nutrientes es suficiente la persona entra en un estado carencial. Otra de sus funciones es la de establecer un puente entre lo que sucede a nivel corporal y las emociones. Se encarga del sentir de las emociones a nivel del sistema nervioso central. Consta de dos partes el sistema nervioso vegetativo simpático y el parasimpático. Estos suelen actuar antagonisticamente. El primero se encarga de adaptar el cuerpo a situaciones de estrés y el parasimpático se encarga de la posterior regeneración del cuerpo. En el metabolismo por ejemplo, el simpático estimula los procesos de degradación y el parasimpático aquellos de formación. Nuestro cuerpo alterna estados en los que domina el sistema nervioso simpático (tensión, sudor, taquicardia…) con otros donde domina el parasimpático (cansancio, falta de motivación, diarrea…). La armonía entre estos dos sistemas significa bienestar. La enfermedad aparece cuando se pierde este equilibrio. Así por ejemplo el tan frecuentemente mencionado estrés hará que la balanza se incline hacia el sistema nervioso simpático y el efecto relajante del parasimpático no pueda actuar lo necesario.
Si cuidamos nuestro cuerpo también este sistema estará equilibrado.
La correcta alimentación, los hábitos de vida correctos, suficiente y adecuado movimiento así como las horas de sueño necesarias para nuestro cuerpo mantendrán el equilibrio.
Pero si lo descuidamos se producirá una sobrecarga del sistema nervioso vegetativo produciendo efectos sobre el funcionamiento de nuestro cuerpo. Durante estados dolorosos el sistema nervioso vegetativo segregará hormonas en reacción al estrés que sufre pudiendo producir un sinfín de síntomas. Así el dolor puede producir taquicardia, boca seca, sudores, fríos localizados, mareo, disnea, mareo, hipertensión arterial, miedo, ansiedad, depresión y muchos otros síntomas. Al aparecer estos síntomas el diagnóstico se puede complicar aún más. Los terapeutas muchas veces no conocen la posibilidad de estos síntomas secundarios de manera que se inicia un proceso diagnóstico y terapéutico costoso en tiempo y dinero. El mal estado de la psique y del sistema nervioso vegetativo pueden producir enfermedad. En muchas enfermedades se sabe de la importancia etiológica de estos dos sistemas: hipertensión arterial, asma, glaucoma, úlcera de estómago o duodeno y los dolores de esqueleto axial por ejemplo. En el caso de los dolores de espalda es la sobreestimulación por el sistema nervioso simpático la que provoca un aumento de la contracción muscular con la consiguiente limitación del movimiento en las articulaciones y una falta de fluidez en los movimientos. El tratamiento más adecuado será restablecer el estado saludable de la psique y del sistema nervioso vegetativo. A veces este componente es tan fuerte que todas las medidas terapéuticas aplicadas (fisioterapia, terapia física, etc.) no consiguen la curación sin que antes se restablezca el equilibrio del sistema nervioso.
Por todo lo expuesto anteriormente el paciente aquejado de dolor puede llegar a una situación de agotamiento, cansancio e incluso síntomas psíquicos. El cuerpo se intoxica y acidifica faltándole oxígeno. La solución de estos síntomas no estará en tratarlos aisladamente porque volverán mientras persista el dolor. Miles de veces pacientes tratados con LNB nos han referido un incremento sustancial de su energía vital. Esto se debe a que quedan reducidos los “procesos de frenado” producidos por el dolor y sus efectos que roban la energía. Este aumento de energía contribuye a que todos los procesos de curación y de desintoxicación puedan suceder sin impedimentos. Así se explica que pacientes que incomprensiblemente no respondían positivamente a la toma de la medicina homeopática que parecía indicada, sí respondían después de haber sido tratados mediante LNB. Este es un efecto constatado por muchos homeópatas y que causó mucho asombro al Profesor Vithoulkas en Grecia. Hoy en día los psiquiatras en EE.UU. han incluido la prescripción del movimiento en su repertorio terapéutico. En sus consultas tienen cintas para que sus pacientes corran. Cuando los pacientes sufren dolores o artrosis en sus articulaciones creen que moverse les hace daño. ¡Nada más lejos de la realidad! El movimiento no puede producir daño mientras no estemos ingiriendo medicación que suprima el dolor. Olvídese de que con la edad tengan que aparecer dolores, olvídese de que si nuestro cuentakilómetros sobrepasa el límite tenga que aparecer dolor. Pero no incurra en el error de pensar que caminar treinta minutos al día es suficiente ejercicio para el cuerpo.
Lo que necesita es el estiramiento de los tejidos y cuanto mayor sea la calidad del ejercicio de estiramiento mayor será el beneficio que obtendrá a través de este.